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El escapulario del Carmen

La devoción a la Virgen del Carmen hunde sus raíces en el Monte Carmelo, en Palestina, donde en el siglo VIII antes de Cristo, el profeta Elías se entregó a la vida contemplativa, de oración y penitencia, rogando a Dios que enviara la que habría de ser la madre del Salvador. Así lo recoge la liturgia católica en el canto “Rorate caeli”: “Destilad, cielos, desde lo alto, y que las nubes lluevan al justo”. Imitando el ejemplo del profeta Elías, a finales del siglo XII un grupo de cruzados, penitentes y peregrinos se agruparon en las laderas de dicho monte, entregándose a una vida de silencio y de soledad, dando origen a la futura Orden del Carmen. El primer documento histórico que poseemos es la Regla. Alberto de Vercelli, Patriarca de Jerusalén (+ 1214), de acuerdo con su propósito, les entregó una breve Norma de vida: la Regla Albertina. Alrededor del 1240 iniciaron las primeras fundaciones de conventos en Europa. También el rey de Francia, Luis IX, de vuelta de la cruzada (1254), se llevó consigo algunos carmelitas, favoreciendo así su expansión. A pesar de todo, no eran muy bien vistos en Occidente. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen, componiéndole el bello cántico “Flos Carmeli”: “Flor del Carmelo viña florida esplendor del Cielo Virgen fecunda ¡oh madre tierna! Intacta de hombre a los carmelitas proteja tu nombre. Estrella de mar”. La Virgen escuchó sus súplicas y el 16 de julio de 1251 se le apareció entregándole el escapulario: “Tú y todos los Carmelitas –le dijo– tendréis el privilegio de quien muera con él no padecerá el fuego eterno”.

¿Qué es? El escapulario es una réplica en miniatura del hábito de los Carmelitas. Consiste en dos piezas de tela marrón conectada con unas cintas y que se utiliza bajo la ropa. Una pieza debe colgar por la espalda y la otra por el frente. Es el signo externo de la consagración a la Santísima Virgen María e inscripción en la Orden Carmelitana. Por eso, antes de usar el escapulario, la persona debe recibir su imposición por algún carmelita. Después, cuando se tenga que substituir por otro nuevo ya no hay imposición. El escapulario deteriorado no debe tirarse, sino destruirlo quemándolo o enterrándolo.

La medalla escapulario

En 1910, el Papa san Pío X declaró que, una persona válidamente investida en su escapulario de tela podía llevar la medalla escapulario en su lugar, pues la tela se deteriora con más facilidad. La medalla-escapulario tiene en una cara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la imagen de la Virgen en su reverso. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un sacerdote.

Sacramental

Junto con el rosario y la medalla milagrosa el escapulario es uno de los más importantes sacramentales marianos. Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia instituye para motivarnos a una vida más santa, piadosa y para aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado incluso al venial. Por lo tanto, el escapulario al ser un sacramental, no nos da gracias por sí mismo, sino que las gracias se nos dan por el aumento de amor a Dios, y por la verdadera contrición del pecado, al cual el sacramental nos debe motivar.

Privilegio sabatino

El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado privilegio sabatino. Este privilegio es una promesa de la Virgen que consiste en la liberación del purgatorio el primer sábado (día que la Iglesia ha dedicado a la Virgen) después de la muerte por medio de una intercesión especial de la Virgen. Se originó en una bula o edicto que fue proclamado por el Papa Juan XXII en marzo 3, 1322 como resultado de una aparición que tuvo de la Virgen en la que prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de esta devoción que “como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, sean trasladadas sus almás a la bienaventuranza”.

Condiciones para beneficiarse del privilegio sabatino

1) Usar el escapulario con fidelidad. 2) Observar castidad de acuerdo al estado de vida. 3) Rezo del oficio de la Virgen (oraciones y lecturas en honor a la Virgen) o rezar diariamente 5 décadas del rosario.