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El arte de hacer preguntas

El objetivo es ayudar a que esta hija, este hijo, identifique el problema que tiene con determinada manera de funcionar y sea ella/él quien se lance a buscar una solución que sea efectiva. Por eso, no es lo más acertado responder directamente a los hijos cuando hacen una pregunta. Ninguna respuesta que se les dé será tan benéfica como lanzar otra pregunta del estilo: ¿y tú qué opinas? ¿Qué otra solución podrías haber tomado? ¿Lo habrías hecho igual si en lugar de…? ¿Has pensado las consecuencias de esa decisión? ¿Cómo podrías explicármelo para que lo entienda mejor?… Lógicamente las preguntas tienen que tener en cuenta la edad de los hijos.

Cuando se les da las respuestas de forma directa, no se favorece el proceso cognitivo, la reflexión. La inteligencia se desarrolla mediante la reflexión y al responder formulando otra pregunta, se fomenta en ellos el pensamiento crítico y les facilitamos que descubran por ellos mismos cómo pueden mejorar cambiando de actitud, tomando la iniciativa, ofreciéndose a ayudar, etc. Conviene tener presente que si no ejercitan la deducción, no obtendrán descubrimientos significativos.

Dominar el arte de hacer preguntas, lleva a ponerles en diferentes situaciones para que visualicen con la imaginación una mejor interacción con los demás. De esta forma, facilitamos que sean ellos los que tomen la iniciativa en la construcción de su personalidad y se animen a proponerse retos para la mejora personal.

Responder con otras preguntas proporciona a los hijos la oportunidad de ser protagonistas en la búsqueda de soluciones a los interrogantes que les van surgiendo conforme crecen. Y en ese escenario, irán adquiriendo criterio al contrastar sus formas de ver con las sugerencias que, al respecto, les aportan los padres.

Termino. Es bueno entrenarse en hacer preguntas y no olvidar que para ayudar eficazmente a una hija, un hijo, hay que sacar a la luz su grandeza y no poner continuamente el foco en sus puntos débiles.