La famosa frase de que basta con ver un rato el telediario para adquirir una concepción triste y pesimista del mundo tiene, en nuestros días, muchos visos de ser cierta. Un día hay un atentado terrorista en un país africano, y al siguiente, decenas de muertos por culpa de un terremoto en Sudamérica.

La noticia salió publicada hace unas semanas: “El IS (Estado Islámico) mata en una ciudad de Yemen a 4 misioneras de la Madre Teresa de Calcuta y deja una superviviente”. El problema es que dicho suceso, sacado a la luz poco después de los atentados terroristas en el aeropuerto de Bruselas, pasó casi inadvertido a muchos medios de comunicación y, por consiguiente, a un buen porcentaje de la población mundial. Los criminales ataron a las monjas a unos árboles, las mataron de un tiro en la cabeza y les aplastaron los cráneos a golpes.

Salió en muchos medios de comunicación. Hace unas pocas semanas, Alejandro Sanz, el famoso cantante español, bajó del escenario durante un concierto en México y se encaró con el agresor de una mujer.

Vista desde fuera, la inestabilidad política que está viviendo España desde hace unos meses resulta, como poco, preocupante.

Hace algún tiempo,publiqué dos artículos, en esta misma revista, acerca de la encíclica “Laudato Si”, del Papa Francisco.

Pamplona y Navarra han salido últimamente en los medios de comunicación a raíz de una noticia muy difundida: desde hace varias semanas, un artista español, cuyo nombre prefiero omitir, está exponiendo la obra Desenterrados, que incluye un plato de formas consagradas y unas fotos en las que se escribe la palabra pederastia con las hostias, en la sala del ayuntamiento de la ciudad.

Dos meses atrás escribí unas pocas líneas sobre la figura del Papa Francisco y la atención que merece, tanto para los católicos como para los que no lo son. Incidí en el valor de su encíclica “Laudato Si”, dedicada al medio ambiente y a la naturaleza. Quiero continuar, al menos por hoy, haciendo alguna reflexión más al respecto.