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Buscar para encontrar

Todos los hombres sensatos, por ejemplo Cervantes, han dicho y aconsejado que hay que buscar en la historia para encontrar buenas soluciones, pues es “la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencias de lo por venir.”

Hace muchos siglos, hasta el divino maestro Jesucristo, con palabras rotundas, aconsejaba a sus discípulos y oyentes (según el Evangelio de San Mateo): “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá: porque todo el que pide recibe, y el que busca halla…”

Hay que buscar, pero en el lugar conveniente, pues no se debe hacer lo del chiste: Un amigo encuentra a otro en la calle, ya con poca luz, buscando algo y le dice. ¿Qué has perdido? Y le responde: las llaves de casa, allá en la esquina de la acera. ¿Y por qué las buscas aquí? Es que hay más luz que allí…

Esto pasa en un chiste, pero más de una vez buscamos algo donde no se debe buscar. Por ejemplo: La felicidad en las drogas, que no la encuentra uno en ellas, y sí la esclavitud y la locura. Tampoco en el sexo libertino, buscando gozo se termina encontrando el Sida, y otras enfermedades venéreas. Si buscamos en el Mandamiento Nuevo que nos dejó Cristo Redentor y Salvador del género humano, el “amaos unos a otros como yo os he amado”, en ello encontraremos la felicidad, el gozo y la paz.