Un ermitaño le aconsejó y le indicó que debía de rezar a nuestro Señor para seguir por un buen camino sirviendo a Dios.
Comenzó ayudando a la gente a cruzar el río, pero en una ocasión cogió a un niño para ayudarle a pasar, al llegar a la mitad del río era tal el peso que llevaba, que se hubiera hundido en el río, el niño le dio la mano y le ayudó, de igual forma que un día Jesús ayudó a Pedro. Relicto le preguntó, quién eres, cómo puede ser que peses tanto, da la sensación de que llevo al “mundo encima mío”, le contestó, tienes razón, “peso más que el mundo entero”, pues soy “su creador”. Yo soy Jesucristo, tú me buscabas y me has encontrado, desde ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, portador de Cristo. Fue bautizado en Antioquia y predicó en Licia y Samos, donde fue encarcelado por el rey Dagón, éste le envió a dos cortesanas, Niceta y Aquilina para seducirlo, al no conseguirlo fallecieron como mártires y Dagón ordenó degollar a Cristóbal.