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No existe el derecho a quitarse la vida

No existe el derecho a quitarse la vida

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha defendido que “no existe el derecho a quitarse la vida” y considera la eutanasia “competidora de los cuidados paliativos”, ya que “es mucho más fácil recurrir al atajo del ‘corredor de la muerte’ que adentrarse en un acompañamiento más complejo”.

En un artículo en el que analiza la decisión adoptada en el Congreso de los Diputados de dar inicio a la reforma del Código Penal para despenalizar la eutanasia, el prelado considera “curioso” que, mientras algunos políticos propugnan su legalización, en respuesta “a una supuesta demanda social”, los expertos en cuidados paliativos, “que son quienes atienden a los pacientes terminales, son los más reacios”.

Según apunta Munilla, “la eutanasia termina siendo competidora de los cuidados paliativos”, ya que en los países en los que se ha legalizado la eutanasia, “disminuye la inversión en cuidados paliativos”.

“Obviamente, es mucho más fácil recurrir al atajo del ‘corredor de la muerte’, que adentrarse en un acompañamiento más complejo”, afirma, pese a que los cuidados paliativos han experimentado “un avance espectacular en los últimos años”.

Alfie Evans
El obispo se cuestiona si la eutanasia es una elección libre, como afirman sus defensores o, por el contrario, en la práctica puede ser legalmente impuesta, como ha sucedido con el niño británico Alfie Evans, “con el pleno respaldo de los tribunales británicos y el de Estrasburgo”.

“Reivindicar el derecho a morir, cuando nuestra legislación ni tan siquiera ha sido capaz de reconocer el derecho a vivir del nasciturus, nos encamina hacia la eutanasia impuesta”, sostiene, para añadir que es un “hecho constatado” que la legalización de la eutanasia en Holanda ha provocado “un notable desplazamiento de ancianos a otros países de Europa, por temor a que les sea aplicada contra su voluntad”.

“Suicidio asistido”
A su juicio, más allá de eufemismos lo que “verdaderamente se persigue es simplemente legalizar la práctica del suicidio asistido”, pese a que defiende que “no existe el derecho a quitarse la vida”. “Y esta afirmación no solo es válida para aquellos que reconocemos en Dios al autor de la vida, sino para todo ser humano que toma conciencia de que la vida precede a su propia voluntad”, añade.

Por último, ve necesario hacerse la pregunta sobre “dónde se funda la dignidad del ser humano”. “¿Acaso el enfermo tiene menos dignidad que el sano? Creemos firmemente que la dignidad es inherente a la persona, y que ni siquiera una enfermedad como el Alzheimer puede suprimirla. Y es que, la dignidad del ser humano no estriba en su salud, sino en su pontencialidad de ser amado incondicionalmente”, finaliza.