Usted está aquí

La vida de cada anciano es importante

Para nuestros antepasados, envejecer era el privilegio de unos pocos. Hoy es una posibilidad para la mayoría. La esperanza de vida de un brasileño nacido hace cien años era de 35 años. En 2021 alcanzará los 77 años. «Pero deben ser 42 años más de vida, no de vejez», recuerda el gerontólogo Alexandre Kalache, presidente del Centro Internacional de Longevidad de Brasil.

El doctor afirma que se trata de una verdadera «revolución de la longevidad», la mayor conquista de la sociedad a nivel mundial en los últimos cien años. Sin embargo, él mismo nos llama la atención: lo que debería celebrarse es motivo de arrepentimiento para muchos. Porque no basta con envejecer. Hay que hacerlo con calidad de vida y dignidad, algo que, por desgracia, aún no está al alcance de todos en nuestro país.

Desde el año pasado, la pandemia ha hecho aún más evidente la vulnerabilidad de los ancianos, especialmente de los que se encuentran en instituciones de larga estadía. Con las visitas restringidas por razones de seguridad, los ancianos, que ya perdieron el contacto con sus familias y tienen su principal forma de interacción social con voluntarios y visitantes, se han alejado aún más de la comunidad.

Pasamos por un momento difícil, que nos recuerda la importancia de unir los esfuerzos entre las políticas públicas dirigidas a los mayores (en la oferta de infraestructuras y la profesionalización de los cuidados) y los esfuerzos individuales, guiados por el ejercicio de la alteridad.

Es necesario, más que nunca, recordar que la vida de cada anciano es importante. Entendemos el envejecimiento en sus diferentes matices y necesidades, con una mirada aguda, decidida comprender entender lo que significa ser anciano en Brasil. Sólo desde esta comprensión, desde las posibilidades e imposibilidades de los ancianos, se hace factible la práctica del cuidado.

Nosotros, de la Sociedad de San Vicente de Paúl, los vicentinos, somos responsables de la dirección de más de 500 hogares de larga estadía, ubicados por todo Brasil. El desafío es diario, y en 2020 los retos y aprendizajes fueron innumerables. Nuestra expectativa es que el año que comienza sea más benévolo, lleno de miradas y afecto humano, con ilusiones y esfuerzos renovados, para que todos los ancianos reciban la atención que merecen.

Aprovechamos esta oportunidad para invitar a todo el mundo a que se anime a dedicar tiempo, habilidades y recursos a actividades para ayudar a los demás. Que el año comience trayendo el testimonio de la alteridad.

Cristian Reis da Luz,
presidente del Consejo Nacional Brasileño de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Fuente: http://ssvpbrasil.org.br/