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Francisco invita en el Ángelus a sembrar semillas con ejemplos concretos y no con palabras

En este quinto Domingo de Cuaresma, el Pontífice ayudó a reflexionar sobre el episodio que el apóstol Juan relata antes de la Pasión de Jesús cuando varios griegos querían ver a Jesús. En esa petición, «se puede ver la súplica que muchos hombres y mujeres, en todo lugar y tiempo, dirigen a la Iglesia y también a cada uno de nosotros: “Queremos ver a Jesús”». Francisco ha recordado que Jesús viene a decir que si le queremos conocer y comprender, «mirad el grano de trigo que muere en la tierra, mirad la cruz».

El signo de la cruz

Por eso, su reflexión giró sobre la cruz porque también hoy, quien quiere ver a Jesús lo primero que ve es el crucifijo. Francisco, ha explicado que lo encontramos en las iglesias, en los hogares de los cristianos, incluso en el propio cuerpo, pero lo más importante es «que el signo sea coherente con el Evangelio: la cruz no puede sino expresar amor, servicio, entrega sin reservas: sólo así es verdaderamente el “árbol de la vida”, de la vida sobreabundante».

«Mucha gente, a menudo sin decirlo implícitamente, quisiera “ver a Jesús”, encontrarlo, conocerlo», ha continuado, invitando a comprender la gran responsabilidad de los cristianos y de nuestras comunidades: «Nosotros también debemos responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio. De una vida que tome el estilo de Dios, cercanía, compasión, que se dona en el servicio».

«Con gestos de amor»

«Se trata -ha subrayado- de sembrar semillas de amor no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes», «no con condenas de odio sino con gestos de amor». Francisco ha asegurado que es entonces que el Señor, con su gracia, «nos hace fructificar, incluso cuando el terreno es árido por incomprensiones, dificultades, persecuciones, pretensiones de legalismos o moralismos».

El estilo de Dios

Por último, ha recordado que es precisamente en la prueba y en la soledad, mientras muere la semilla «que brota la vida para dar fruto maduro en su momento» y es en esta trama de muerte y de vida «que podemos experimentar la alegría y la verdadera fecundidad del amor» y repite una vez más «que se da según el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura».