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El Santo Grial gallego, una parada obligatoria en el Camino de Santiago

Un sinfín de leyendas rodean el mítico cáliz del que, dicen algunos, habría llevado el apóstol Santiago al norte de la Península Ibérica. En medio de un entramado de historias –las mayoría producto de una combinación de devoción popular, relatos apócrifos y no poco de superstición y propaganda-, una tradición persiste en el Camino de Santiago: la del llamado Santo Grial Gallego, el relato de un milagro eucarístico que terminó presidiendo el Escudo de Galicia.

A nueve días a pie de Compostela, siguiendo el Camino, se encuentra la pequeña aldea de Cebreiro. Su principal tesoro es una iglesia de inconfundible estilo románico ibérico –compuesta de tres sobrias naves de ábside rectangular y una torre campanario- construida por monjes benedictinos a inicios del siglo IX.

A nueve días a pie de Compostela, siguiendo el Camino, se encuentra la pequeña aldea de Cebreiro. Su principal tesoro es una iglesia de inconfundible estilo románico ibérico

A nueve días a pie de Compostela, siguiendo el Camino, se encuentra la pequeña aldea de Cebreiro. Su principal tesoro es una iglesia de inconfundible estilo románico ibérico

Pero, de hecho, el tesoro no es la iglesia, sino lo que la iglesia alberga: el llamado Santo Grial Gallego.

Tradición del siglo XIV

Una tradición arraigada en el norte de España cuenta que, en una cruda mañana de invierno a inicios del siglo XIV, un sacerdote estaba celebrando la Eucaristía en el altar de una de las capillas laterales de la iglesia. La nieve y el viento hacían casi imposible el acceso a la capilla, y el sacerdote asumió que nadie llegaría a la Misa. Para su sorpresa, un campesino –de nombre Juan Santín- había emprendido el camino desde Baixamayor, un pueblo cercano a Cebreiro, para recibir la Comunión.

De acuerdo a la historia, después de que el sacerdote habría preguntado al campesino “¿tanto sacrificio por un poco de pan y vino?”, éstos se convirtieron en sangre y carne. Es el conocido milagro eucarístico de Cebreiro, tan famoso que, gracias a los relatos propagados por los peregrinos, incluso Wagner lo incluyó en su Parsifal.

El cáliz de este milagro, así como la patena que guarda la hostia, se conservan en la iglesia de Cebreiro. Allí se encuentra un mausoleo con los restos tanto del sacerdote como del campesino, descansando el uno junto al otro. Es una parada obligada no sólo para los peregrinos que emprenden el camino hacia Compostela, sino también para los amantes de las tradiciones e historias medievales.