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Durante el acto, el arzobispo Fidel Herráez se ha despedido de su archidiócesis, donde le sustituirá Mario Iceta

Durante el acto, el arzobispo Fidel Herráez se ha despedido de su archidiócesis, donde le sustituirá Mario Iceta

El acto, al que asistieron unas 400 personas y en el que se han mantenido las distancias de seguridad exigidas por las autoridades sanitarias, estuvo presidido por el arzobispo Fidel Herráez, que se despidió de la diócesis de Burgos tras cinco años en el cargo, para dar el relevo a Mario Iceta, quien ocupará su lugar en los próximos días.

Al acto acudieron numerosos representantes eclesiásticos y de la sociedad civil y política de la ciudad, la provincia y Castilla y León, entre ellos el consejero de la Presidencia, Ángel Ibáñez; el alcalde Daniel de la Rosa; y el presidente de la Diputación Provincial, César Rico.

La «desgarradora» pandemia

A las 11 horas, y bajo el repicar de las campanas del templo, se desarrolló una breve procesión desde el interior de la catedral hasta la plaza de Santa María, donde el arzobispo abrió la Puerta del Perdón, un acto con el que se dio por inaugurado el año santo. A continuación, se inició una Eucaristía en la que ya se podía lucrar la indulgencia plenaria a todos los fieles presentes que estuviesen verdaderamente arrepentidos, se hubiesen confesado o lo vayan a hacer durante los próximos días.

En la homilía, el arzobispo pidió que «este año jubilar nos ayude a todos a que estemos abiertos a ser ayudados por Él, que pasemos de la memoria del pasado a un compromiso evangelizador y nos comprometamos a ser buenos hijos suyos, buenos hermanos entre nosotros y buenos ciudadanos, todo lo unidos que sea posible. El Señor quiere ayudarnos, la respuesta está en nosotros».

Monseñor Herráez hizo alusión a la «desgarradora» pandemia de la COVID-19 que azota al mundo y que marca el inicio de las celebraciones jubilares, a la vez que recordó que, a lo largo de la historia del templo catedralicio, se han vivido otros momentos «muy duros», como la pandemia de peste que asoló la ciudad. Este jubileo «puede ser una oportunidad muy propicia para acogernos al Dios Creador y Salvador». «El Dios que nos creó acompaña nuestra vida. Depende de cada uno que nos encontremos más con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la sociedad».

Despedida de monseñor Herráez

La celebración, cuya colecta se destinará a las obras de misioneros burgaleses, concluyó con unas palabras de despedida del hasta ahora arzobispo. En sus palabras de despedida, don Fidel ha dado gracias, en primer lugar, a Dios, por haberle acompañado desde su niñez y por haberle encomendado esta «esposa eclesial». «Llegué a esta Iglesia diocesana traído por el amor de Dios y el amor de los demás. Os seguiré queriendo desde el silencio y el anonimato».

 Tras agradecer a toda la comunidad diocesana y a la sociedad burgalesa haber compartido con él esta etapa, ha tenido un especial recuerdo por los más necesitados y las personas que están sufriendo por la pandemia. También ha aludido a su sucesor, Mario Iceta, a quien nuevamente ha calificado como «un regalo maravilloso para esta Iglesia diocesana que peregrina en Burgos», como «también esta Iglesia diocesana es un inmenso regalo» para él.

La Penitenciaría Apostólica, por mandato del Santo Padre, concedió en mayo de 2019 el año jubilar y su consiguiente indulgencia plenaria a Burgos con motivo de la celebración de los 800 años de la catedral de Santa María. La catedral, la única en toda España declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad por sí sola, se comenzó a construir por el empeño de Fernando III y el obispo Mauricio y tras su finalización se convirtió en uno de los mayores exponentes del arte gótico en España, con claras influencias de la Europa de la época, cuyas corrientes llegaban a la ciudad a través del Camino de Santiago.