Pero si regresamos a la historia y a la razón por la que la he traído aquí, se puede decir que, en este momento, el catolicismo es una de las religiones toleradas por la República Islámica de Irán. La iglesia de San Tadeo, construida el año 301, se encuentra en territorio de Irán.
El día de la celebración, los iraníes abren las puertas de su frontera, para que entren los católicos armenios a la fiesta de su patrono.
Aunque no he coincidido con la celebración, la concurrencia debe ser multitudinaria. El día anterior a la fiesta llegan los romeros y se instalan alrededor de la zona, circundada por un profundo riachuelo que bordea la colina, en la que se encuentra la edificación. Tiendas de campañas, coches, furgonetas...
La fiesta reúne a muchos devotos de San Tadeo, como aquí se le llama. El pueblecito está situado al otro lado del río, y en su vecindario, en el que el adobe se mezcla con la piedra como material de construcción; es una fecha en la que queda desbordado por la avalancha de alegres peregrinos. Entonan bellas canciones; la música sacra armenia recuerda, con pasión, sugerente, los arcanos del catolicismo. Rezan, hablan con amigos, a los que sólo ven una vez al año. Son felices con el reencuentro y con la naturaleza que les rodea.
Pero eso no es todo. Por culpa del tiempo y de los azares naturales y militares, la iglesia, actualmente, no se halla en muy buenas condiciones. El Estado de Irán ha iniciado su restauración. Cuando finalicen las reparaciones, se la entregará al Katolicós, máximo Patriarca católico de Armenia.
Vale la pena reflexionar sobre esta singular relación entre los católicos armenios y los islamistas iraníes.
