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Siete ideas para la educación personalizada

cordial y abierto. Conviene tener presente que es difícil estar siempre “en el mejor momento” para aconsejar certeramente, pero hay que intentarlo.

2.- Pensar en los puntos fuertes que tiene cada hija/hijo para que apoyándose en sus puntos fuertes tire hacia arriba.

3.- Cuando se mantiene una conversación con una hija/hijo hay que tener una escucha activa, preguntando cosas que manifiestan el interés por lo que nos está contando. Tener presente que al menos el cincuenta por ciento de cada conversación deberán hablar ellos ().

4.- Mostrar una delicadeza extrema al entrar en la intimidad de los hijos, la confianza hay que ganársela, no se puede imponer. No perder de vista que estamos pisando un lugar sagrado. Si nos da la impresión de que está reservado/reservada podemos decir: “no me cuentes esto ahora si no quieres...”.

5.- Cuando propongamos algún objetivo - humano o sobrenatural - para que se lo plantee como meta, explicarle que esa meta es un fin y que él/ella tiene que poner los medios. Es importante que sepa a dónde queremos llevarle/llevarla con nuestro consejo razonándole las cosas para que vea que ganará y será mas feliz en la medida que vaya adquiriendo las virtudes.

6.- Una idea que sirve bastante como idea madre a la que volver con frecuencia es “Conócete, acéptate, supérate”. Una verdad en tres palabras que resume todo un mundo interior al que llegar con los años, una tarea para toda la vida: darse cuenta de las propias virtudes y defectos, asumirlos con sentido común y sobrenatural, y proponerse limar los aspectos menos afortunados del carácter con una lucha constante. “Yo sé quién soy”, dice Don Quijote, y es una frase que - aunque puesta en boca de un loco - encierra una verdad que parece evidente, pero a la que muchas veces sólo se llega después de mucho esfuerzo (y de muchos años) de conocimiento propio.

7.- No se pueden dar recetas genéricas para problemas personales. Para ser eficaces hay que dedicar un tiempo importante a la propia formación: hay lecturas (no sólo de literatura especializada en educación, también novelas de la Literatura universal, que son toda una escuela de maneras de decir las cosas). Propongo como meta para cada padre/madre sacar 20 minutos de lectura diaria y comprobará lo que facilita la educación.