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Kevin Briggs, el guardian salvador del Golden Gate

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Sufrió un cáncer, trabajó en el corredor de la muerte, su madre murió joven y su abuelo se quitó la vida. El sueño de su vida, el ejército, se truncó por culpa de la enfermedad. A los 26 años, una depresión le hizo tocar fondo. Tremendo, ¿no? Más de uno habría pensado en no seguir viviendo…

Esta es la historia de Kevin Briggs, quien al contrario, supo aprovechar su dura experiencia vital en una oportunidad para salvar vidas. Ahora tiene 54 años, es abuelo y recoge los frutos de su vida: se ha pasado más de 20 años patrullando uno de los lugares preferidos de los suicidas en EE.UU.: el Golden Gate de San Francisco. Ha salvado, según sus cálculos, a más de 2.000 personas.

El puente fue construido en 1937, y su constructor, Joseph Strauss, lo consideraba “a prueba de suicidios”. Ironías del destino, ha sido desde su inauguración el lugar preferido por miles de personas para quitarse la vida.

Tirarse desde el Golden Gate supone una muerte horrible, contaba Briggs en una conferencia TED en mayo de 2014. “Después de una caída libre de cuatro a cinco segundos, el cuerpo choca contra el agua aproximadamente a 120 kilómetros por hora. El impacto rompe los huesos, algunos de los cuales perforan órganos vitales. La mayoría muere en el impacto. Los que no, normalmente se agitan en el agua indefensos y luego se ahogan. No creo que los que contemplan este método de suicidio se den cuenta de la macabra muerte a la que se enfrentarán”. 

Su trabajo en la Highway Patrol de California ha sido intentar salvar la vida de estas personas: “En mi experiencia, no solamente hay que hablar, sino que hay que escuchar. Escuchar para entender. No discutas, culpes, o le digas a la persona que sabes cómo se siente, porque probablemente no lo sepas. Simplemente estando allí, puedes ser el punto de inflexión que necesitan”.

“El 11 de marzo de 2005, respondí a una llamada de radio por un posible sujeto suicida en la acera del puente cerca de la torre norte. Cuando me vio, cruzó de inmediato la barandilla, y se detuvo en ese pequeño tubo que va alrededor de la torre. Durante la hora y media siguiente, escuché como Kevin habló sobre su depresión y desesperanza. Kevin decidió por su cuenta ese día darle a la vida otra oportunidad. Cuando Kevin volvió, lo felicité. Este es un nuevo comienzo, una nueva vida. Pero le pregunté, ¿Qué fue lo que hizo que volvieras y le dieras a la esperanza y la vida otra oportunidad? ¿Y saben lo que me dijo? Dijo: Me escuchaste. Me dejaste hablar y simplemente escuchaste“.