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La importancia del prestigio ante los hijos

El prestigio se adquiere mediante: la capacidad de autodominio, la disposición de ayuda y las buenas formas.

La capacidad de autodominio lleva a controlar los impulsos del temperamento, lo que estimula a los hijos a afrontar sus contratiempos animados por el ejemplo que les transmiten sus padres. Y es que unos padres con autodominio saben esperar y conceder tiempo, cultivan el espíritu deportivo y la paciencia comprendiendo que la construcción de la personalidad es como una carrera de fondo donde es importante el estado de ánimo y el oxígeno.

El autodominio hace estar, también, más pendientes de las necesidades de los otros y poder, así, prestarles la ayuda necesaria. Y así como la comodidad focaliza nuestra actitud en espera de ser atendidos, el autodominio nos predispone a ser más participativos en los quehaceres cotidianos y nos coloca en…

disposición de ayuda. Segunda nota en la adquisición del prestigio de cara a los hijos. Los padres con disposición a ayudar están más en sintonía y con una actitud abierta y empática. Son personas que a base de esforzarse por aprender a escuchar, han aprendido a dejar lo que tienen entre manos para atender al otro. Esto da opción a que los hijos puedan comunicarles sus inquietudes porque transmiten confianza y comprensión. De alguna forma la disposición de ayuda comunica al otro: te entiendo y me hago cargo, lo que posibilita el sentirse a gusto con

Y el tercer aspecto de relevancia en la adquisición del prestigio de cara a los hijos es el cuidado de las buenas formas que lleva a mirar al otro, a la otra, desde el respeto y la consideración. Dar, compartir, acoger, ofrecernos… son actitudes cuyo denominador común es la nobleza de corazón, esto es: la cordialidad. Elemento balsámico por antonomasia en cualquier relación humana que contrarresta la frialdad, el egoísmo y la crispación.