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La Eucaristía nos une a Cristo y a la Trinidad

Su divinidad –oh sagrado misterio– para hacerse uno con quien lo recibe.

El P. Royo Marín O.P. uno de los más grandes teólogos españoles,  lo explica con unas sencillas comparaciones. “Como el pan  que tomamos se asimila e incorpora al organismo; pero aquí es al revés. Cristo nos asimila a él, nos “deiforma”, nos trasforma en Dios. Es, escribe, como el hierro que se pone al fuego y se vuelve incandescente y como la cera derretida cayendo por la vela: se adhiere y forma unidad con ella. El fuego y amor de Cristo nos ablanda, y nos hace uno con él… Sólo en el cielo, cuando la unión sea perfecta, veremos y viviremos sin metáforas esta íntima unión.”

 La eucaristía nos une a la Stma. Trinidad.

- Las personas de la Trinidad son inseparables: una sola esencia, un solo Dios verdadero. Donde está una de ellas, necesariamente están las otras dos. Es el misterio de la circuminsesión divina: “El Padre y yo somos  una misma cosa” y el Espíritu Santo es la expresión infinita de su amor.

- Por eso el alma queda convertida en Templo de la Stma. Trinidad y por eso el alma se hace cielo, la misma vida de la Trinidad en el alma.

*El Padre está en nosotros haciendo sentir su Paternidad, amándonos con amor entrañable en su Hijo.

*Jesús está presente - aún después de desaparecidas las especies - por la irradiación de su amor. Vivimos en él como el pez en el mar, como esponja sumergida con todos los poros llenos.

*El Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, “vínculo de caridad”, purifica la escoria del hombre para divinizarle.