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Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. 
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. 
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. 
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. 
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: 
- Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

Comentario del Papa Francisco

Estamos llamados a estar primero ante la cruz de Jesús, como María, como las mujeres, como el centurión; a escuchar el grito de Jesús y su último suspiro, y, por último, el silencio; ese silencio ese silencio que se prolonga durante todo el Sábado Santo. Y estamos llamados también a ir al sepulcro, para ver que la gran piedra fue movida; para escuchar el anuncio: “Ha resucitado, no está aquí” (Mc 16,6). Allí está la respuesta. Allí está el fundamento, la roca. No en discursos persuasivos de sabiduría, sino en la palabra viviente de la cruz y la resurrección de Jesús.