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En Padua no se dice "San Antonio" sino "el Santo"

En Padua no se dice "San Antonio" sino "el Santo"

Es un mes lleno de iniciativas y celebraciones no sólo de carácter religioso, sino también artístico, cultural, recreativo, etc.

En este ambiente "antoniano", lógicamente, la basílica del Santo tiene el lugar privilegiado por excelencia como meta de peregrinaciones, celebraciones de la santa Misa a todas horas y varias a la vez, en diversas lenguas, en los diversos ambientes y capillas con que cuenta el conjunto monumental de la basílica.

El gran día es el 13 de junio. Ya el 12 por la noche, en el barrio de L'Arcella, se realiza una representación en vivo de la llegada del Santo moribundo desde Camposampiero a este barrio donde murió. Con trajes de época y la participación de las autoridades civiles y religiosas, las calles se iluminan y el tañido de las campanas de las iglesias del barrio crean una atmósfera que transporta en el tiempo a los participantes.

La Pontificia Basílica de San Antonio, el 13 de junio,  abre ya con la primera Misa a las 6:00AM y se siguen ininterrumpidamente hasta el cierre de la basílica después de las 10 de la noche. Entre los eventos sobresalientes, la Misa solemne celebrada por el Obispo de Padua y el Delegado Pontificio (la Basílica está bajo la directa jurisdicción del Papa y como ordinario tiene a un Arzobispo Delegado Pontificio). Durante la tarde la celebración principal es la Misa de las 17:00, presidida por el Ministro Provincial de los Franciscanos Menores Conventuales a la que sigue la gran procesión por las calles de la ciudad donde participan todas las  entidades cívicas y religiosas y una representación de las máximas autoridades. Al regresar a la basílica, en el atrio, el Ministro Provincial dirige un discurso a la ciudad y lo mismo hace el Alcalde.

Si todos los días, la fila de peregrinos que pasan por la tumba del Santo, rezando con confiada devoción y haciendo el "gesto del peregrino", o sea, pasar tocando con la mano izquierda la parte posterior de la tumba, una lápida de mármol verde ya pulida con las manos de los peregrinos y deteniéndose a rezar, si la multitud lo permite con la frente apoyada sobre el mármol no frío sino levemente tibio por el continuo contacto con las personas, este día 13 las proporciones alcanzan dimensiones inimaginables; es un continuo desfile, silencioso, confiado, en el que los rostros de las personas reflejan la expresión de quien va al encuentro de un amigo o de quien lo acaba de encontrar. Es por esto que la tumba del Santo (el Arca, como se le llama) puede considerarse el corazón de la devoción antoniana en el mundo.

Entre las reliquias y curiosidades que encierra la basílica, hay una poco conocida, porque no es vista por los turistas y peregrinos, desde la nave lateral por donde se dirigen de la tumba a la capilla del Tesoro o de las reliquias. Me refiero al retrato del Santo, conocida como  la vera effigie, o sea el verdadero retrato de s. Antonio, que no quiere decir que lo sea, pues no concuerda con los resultados científicos del estudio antropológico hecho sobre sus restos, sino que era un modo de calificar algunas imágenes. Es un fresco del 1326 de s. Antonio bendiciendo, robusto y alto, como sabemos que era realmente, por la altura natural y su enfermedad de retención de líquidos que tanto le hizo sufrir hasta la muerte. En la mano izquierda lleva el libro de los evangelios. El hábito, por la oxidación del color, ya no se ve gris terroso como era el del Santo sino casi amarillo.