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El temor a estar fracasando

Escritor

Ciertamente es importante que los padres se formen para proporcionar mejores asistencias a los hijos, pero la “piedra filosofal” de la educación está, más que en los muchos conocimientos que se tengan, en la manera de ser y de actuar. De poco serviría asistir a un curso para padres o leer libros sobre educación si, en el comportamiento diario, no aflora la persona que se esfuerza por mejorar en sus puntos débiles y, por lo tanto, sabe mostrarse paciente con los hijos, conceder nuevas oportunidades y exigirles cuando hace falta. 

Lo sugería en la revista de enero cuando proponía objetivos para el nuevo año. Uno de esos objetivos determinante es: dedicar tiempo a la familia. Y en la entrega de este mes propongo como reto a contemplar por todos los miembros de la familia: el esfuerzo personal en un aspecto concreto que sirva para mejorar la relación. A continuación formulo unas ideas por si nos atascamos…

  • El ambiente de una familia se forja entre todos. Todos es la suma de los que componemos la familia.
  • Rechaza pensamientos pesimistas o victimistas que llevan a encerrarse en el caparazón.
  • Demuestra con detalles concretos delicadeza y educación a la hora de relacionarte.
  • Cuida los comentarios, las expresiones, el tono al hablar...
  • Ofrece cada día –a los demás miembros de la familia- algún mensaje positivo.
  • Inyecta en la familia un espíritu joven, ilusionante y deportivo.
  • Compartir y planificar los tiempos de ocio. Evitar la improvisación como norma. Aunque la iniciativa parte de los padres, también los más pequeños deben participar y aportar sus preferencias. Esto les lleva a sentirse importantes porque se tiene en cuenta su opinión.
  • Redescubrir lo que une, empeñarse en que nunca los posibles problemas que aparezcan van a provocar distanciamiento. Para lograrlo hay que proponerse hablar y pedirse perdón una vez haya pasado el “calentón”.

Y para terminar. Los padres deben desechar la sensación de estar fracasando en la educación de los hijos. Conviene tener claro que entra dentro de la normalidad que pueda aparecer dicha sensación y, si aparece, lejos de suponer un problema… ¡será el punto de inflexión en la vida personal, matrimonial y familiar!