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El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios

Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: 
- Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. 
Jesús le contestó: 
- Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. 
Nicodemo le pregunta: 
- ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? 
Jesús le contestó: 
- Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

Comentario del Papa Francisco

La valentía de anunciar a Jesucristo nos distingue del simple proselitismo. El verdadero protagonista es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla de “nacer de nuevo”, nos hace entender que es el Espíritu el que nos cambia, el que viene de cualquier parte, como el viento: escuchemos su voz. ¡Pero mira qué valiente, la decisión que tomó! Y mira este, mira cómo hizo bien este plan, cómo organizó las cosas, ¡qué bueno!. Esto ayuda, pero es un instrumento de otra cosa más grande: el Espíritu. Si no está el Espíritu, podemos hacer muchas cosas, mucho trabajo, pero no sirve de nada. La Iglesia nos prepara para recibir al Espíritu Santo.