Usted está aquí

El Fuego

No es raro encontrarlo representado con una llama de fuego en la mano, que es símbolo de su amor a Dios y al prójimo. Dicen los expertos que la vida de San Antonio se resume en dos palabras. Evangelio y Caridad.

El fuego, con el agua y el viento, es uno de los símbolos representativos del Espíritu Santo. En la vida de San Antonio se renovaron los prodigios de Pentecostés. A Él se aplican, con toda justicia, las palabras del evangelio de Marcos (16, 20): "Salió a predicar por todas partes, colaborando el Señor con él y confirmando la Palabra con los signos que la acompañaban".

Veamos qué nos dice San Antonio sobre el fuego: "(Cristo dice) 'He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido!' (Lc 12, 49) Y presta atención, que dice de haber venido a arrojar el fuego sobre la tierra y no en otra parte. ¡Y justamente! En efecto, había venido a curar los contrarios con los contrarios, a curar cada cosa con su contrario'.

“Considera que el fuego tiene tres propiedades: el calor, el esplendor y la ligereza. En la tierra hay tres propiedades contrarias: la frialdad, la oscuridad y la pesadez. El fuego es figura del amor de Dios, el cual tiene tres propiedades: el calor de la humildad, el esplendor de la castidad, y la ligereza de la pobreza. En la tierra, es decir en  las cosas terrenas, se encuentran las tres propiedades contrarias: la frialdad de la soberbia, la oscuridad de la lujuria y la pesadez de la avaricia.

“Cristo viene, pues, a traer a la tierra el fuego, porque a la frialdad y al hielo de la soberbia ha contrapuesto el calor de la humildad (...) A la oscuridad de la lujuria ha contrapuesto el esplendor de la castidad (...) Finalmente, a la pesadez de la avaricia contrapuso la ligereza de la pobreza" (XVIII Domingo después de Pentecostés).

La vida toda de San Antonio fue una vida encendida de amor a Dios y al prójimo, humilde y ligero como verdadero fraile menor, amante de "Madonna Povertá", como la llamaba San Francisco, y resplandeciente de luz por la pureza y castidad de su vida, que no poco esfuerzo le costó mantener incólume.