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El Amor con que Einsten escribió a su hija

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que, hasta ahora, la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las demás y que está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo. Esta fuerza universal es el AMOR.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas: el amor. El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. Es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. Es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios y Dios es Amor.

Dar sentido a la Vida

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Esta, sin duda, es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo y para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe… porque no tiene límites.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, egoísmo y avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti ¡he llegado a la última respuesta!

Tu padre, Albert Einstein