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Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. 
El ángel, entrando en su presencia, dijo: 
- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. 
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. 
El ángel le dijo: 
- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 
Y María dijo al ángel: 
- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? 
El ángel le contestó: 
- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. 
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. 
María contestó: 
- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. 
Y la dejó el ángel.

Comentario del Papa Francisco

El 25 de marzo celebramos la fiesta de la Anunciación. El Arcángel Gabriel visita a la Virgen María y le dice que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anauncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de María, como hará luego con su esposo José, para que Jesús nazca y sea acogido en el calor de una Familia. En el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando esta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor. Para llevar a cabo está misión, la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida.